Comenzamos el 2013 de las manos de Rafa Pons, con su "Buenos Aires". Una canción que me inspiraba, ante todo, optimismo.
Optimismo que duró poco tiempo, y al final se esfumó. Se generaron sustitutos, viejos amigos, viejos fantasmas, demonios, que volvieron para quedarse. Una larga lucha contra ellos durante ocho meses. Los ocho meses que estuve sin escribir.
Circunstancias que llegan de sopetón, camuflándose, y conforme las vas desenmascarando te das cuenta de que tienes que hacerles frente. No estaba en condiciones de luchar, cayendo una y otra vez, hasta que al final me derrumbé, tiré la toalla.
Guardé silencio, me fui sin avisar. Literalmente, desaparecí. Interiormente, no me encontraba bien. Y por fuera, intentaba no expresar lo que pasaba dentro. Fui egoísta, porque no quería involucrar a nadie.
Pero un destello de luz se veía en aquellos ojos tan pequeños... Tanta fuerza residía en aquellas sonrisas... Tanta vida rebosaba en aquellos pequeños cuerpecitos... Que fueron ellos los que me sacaron del abismo. Siempre son ellos.
Estos ocho meses han sido un punto de inflexión en mi vida. Muchas lecciones una detrás de otra, sin parar. Muchos golpes, algunos sin atajar. Ahora mismo solo puedo decir que lo siento mucho, muchísimo. Y aprendí que nunca es tarde para volver a amar de nuevo, cuando la vida te deja sin aliento.
Llegó septiembre, y con él nuevas ilusiones y esperanzas. Mis niños y mis compañeras volvían a llamar a la puerta de mi casa. Con ellos, mis ganas por seguir adelante iban aumentando, y recordando que hay que vivir como ellos lo hacen. Algo evidente pero que escapa a la mente adulta, y a que a mí se me había olvidado. El mes termina con un reencuentro muy ansiado, con mi amiga Irene, amigos de los que ya quedan pocos, de los que están en los buenos y en los malos momentos. Y de mis compañeros de camino, en un cumpleaños lleno de risas y grandes celebridades.
Octubre, el mes del concierto de Pablo Alborán, el del Árbol de los Chupetes donde pude encontrarme con niños, familias, amigos que te llenan el alma, con los que da gusto pasar el día y tenerlos cerquita. El mes del retorno a nuestro hospital, allí donde los pequeños siguen siendo niños a pesar de todo, donde te encuentras con la vida cara a cara. Todo no sería posible sin mis compañeros y amigos voluntarios.
Y el mes de una mala noticia, y a raíz de ella el mundo bloguero le da la vuelta. Mi amiga Paris es diagnosticada con cáncer de mama, pero una persona cuya característica primera es su sonrisa no podía ser tapada así como así. En todo esto, nos movilizamos para darle toda la fuerza que necesitaba, montando el #spidertanga. El bien que le hicimos fue descomunal.
Noviembre mantuvo la compostura, podría catalogarlo un mes para perdonar. Para perdonarme a mí mismo y a los otros. Marcado por tres grandes acontecimientos como son el primer cumpleaños del Árbol de los Chupetes, el Peque Kids Market y el sentimiento de un barrio tras los ojos de la película-documental Piratas y Libélulas. Polígono Sur, donde se encuentra mi inspiración, donde trabajamos por mejorar, donde la necesidad y la dureza es barrida por el agradecimiento, el cariño y la satisfacción personal. Resumiéndolo todo en una canción, sería esta:
Y a mi inspiración:
Y por último diciembre, comenzando por la despedida de la taberna de Pepe Yebra, hasta el fruto recogido en el trabajo después de un gran esfuerzo. Espantando viejos fantasmas. El culmen del movimiento por mi Paris llegó tras saber los malos momentos que estaba pasando. Volvimos a movernos por ella y por su niña, y tal fue la gesta que labramos que solo puedo dar gracias.
Y los últimas pinceladas de este año las ponen mis amigos de siempre, mi Cristina a la que tanto eché de menos, y el encuentro más ansiado desde hace 3 años con el pilar base de mi vocación como maestro: Álvaro. Tú y tus hermanos. Gracias por ser parte de lo que soy hoy.
Llegado hasta aquí, solo puedo dar gracias:
A mi familia, por el preciado don de la vida. Por enseñarme que "tan bonita es que a veces se despista".
A mis amigos: los de siempre, los del colegio, los de la facultad, los de la hermandad, los que están conmigo. Por los grandes momentos, y por estar juntos en los malos. Eso es lo que nos hace estar aquí y ser más fuertes.
A mis niños y a sus familias. A mis compañer@s de trabajo, y a sus niños y familias, por ser la razón de levantarme cada mañana para daros lo mejor de mí.
A toda la gente que trabaja por el barrio, para que sea un lugar mejor y, sobre todo, porque sea conocido por lo bueno que tiene más que por los defectos.
A los niños del hospital y sus familias, por ser un ejemplo de superación y de amar la vida en su máxima expresión.
A mis compañeros y amigos voluntarios del hospital y a la fundación a la que pertenecemos, por vuestra valentía y vuestras ganas de sacar una sonrisa a nuestros niños sin dar nada a cambio.
A mis elfas Carmen, Carmen Allepuz, María Solomillo, María Rodríguez, María González, Marga, Pilar Redondo, Pilar Martín, Bego, Vane, Ara y Dunia. A vuestros niños y familias. Por haberos encontrado, por vivir la maternidad tan a flor de piel que solo descubro que es el amor sin ataduras lo que os mueve. A vosotras y a todas las madres.
A mi tribu bloguera, a todos los que me han acompañado en este año y desde que empecé en este mundo. Por todo lo que hemos hecho, por todos los buenos propósitos. Por esa relación que no se puede explicar. Gracias Cris, Paris, Mo, Silvia, Jeza, Eli, Ana, Susana, Meri, Mayka, Anabel, Amaya, Chenchu, Menchu, Álter, Raquel, Meri, Dácil, Elisabet, Creandy, Laura, Gemma, Laura, Mamen, Ana, Evelyn, Colo, Betty, Azu, Fati, Eva, Marta, Maite, Mariela, Marien, Jorge, Esther, Sandra, Marian, Ventiladores de colores y su hermana, Ana Blasco, Mamá Gnomo, Cuéntame mamá... a todos gracias.
Mi deseo para este año es que, a pesar de todo lo que venga, estemos unidos. Que no os separéis de mí. Y que vivamos cada segundo, minuto, hora, día, mes, año como niños, como si fuera el último. Gracias, gracias, gracias, por ser parte de mí.
Os quiero
Y superando la crisis con nuestra fábrica de sueños