Hay momentos en la historia de la vida que uno se para a pensar, y a pensar, y a pensar... ¿Pensar? ¿En qué?...
Quizás sea una equivocación pensar tanto en cómo vas formando tu vida, en cómo quieres que sea, con quién quieres estar en ella o con quién no...
Quizás lo único que valga es vivir y ya está, vivir a tope y da igual lo que venga detrás...
Pero siempre aparece tu cabeza, que empieza a centrifugar recuerdos, momentos, conversaciones, palabras bonitas y otras que te hunden, y al final del todo solo queda una frase: Todo eso es tu vida.
No hay más...
Si tuviera que hacer una reflexión sobre lo que llevo de vida, diría que estoy cansado de tener que luchar con un esfuerzo mayor a lo que quiero llegar. El camino es largo, es pedregoso, demasiados peros... Siento envidia de la gente que le llega para todo y lo tiene todo, y yo me quedo con solo una pregunta: ¿por qué?
Sé que no llego a ver lo que los demás tienen que hacer, que realmente todo puede ser más difícil o más fácil con respecto a mí, eso depende de cada uno. Si yo elegí el camino de ser maestro, con la ilusión de un chaval de 18 años, y no pensaba que iba a ser duro, me estaba equivocando por completo.
Aún así, el camino solo ha hecho nada más que empezar, y sé por descontado que tendré que volver a caer, y levantarme de nuevo más fuerte. Ser maestro es el eje de mi vida, de todo lo que hago y de las relaciones que tengo. Y si volviera a nacer, volvería a ser maestro, por mucho que digan o dejen de decir.
Quizás necesite un lugar diferente a este, para volver a empezar. Y solo en los ojos de las personas que forman parte de mí, lo puedo encontrar.
Y tú*, que siempre has estado ahí, que confías en mí, que eres capaz de escucharme y de alentarme con tus palabras. Que te conocí o puede que te llegue a conocer, que te quedaste conmigo, o te tuviste que marchar. Que me enseñas, me enseñaste o me sigues enseñando. Que tienes un hueco para mí o haces lo posible por tenerlo, o simplemente no lo tienes pero lo dices con sinceridad. Que estás en la distancia, y parece como si estuvieras a mi lado. Que me hiciste daño y me pediste perdón, o no. Que me hiciste pasar un gran rato. Que pude charlar contigo dos minutos o una hora, y me quedé con un gran sabor de boca. Que me sonreíste y me abrazaste, a cambio de enseñarte, de acompañarte y de cuidar de ti.
*Todos los que formáis parte de mí
Gracias por seguir conmigo. Gracias de verdad.